El reto de esta columna es meter en el título la palabra “criaturitas” y no hablar del equipo palmeril. Al menos, no directamente. La máquina de hacer criaturitas se encuentra en el Paseo de la Castellana (o en las oficinas de ACS que actualmente viene a ser lo mismo). Entiéndase por “criaturita” a toda aquella persona con un grado de conocimiento del deporte del balompié escaso o nulo pero que, pese a todo, se declara aficionado de cierto equipo ya sea por simpatía o por apego a la corriente ganadora.
Toda criaturita cumple una serie de parámetros. Siempre dijo mi padre que todos los béticos cumplen una de estas tres condiciones: “es ciego, es de pueblo o no va al fútbol” (Compruébenlo, funciona). De hecho, es probable incluso encontrar las tres cualidades en una misma persona. Pues las criaturitas, ya sean de la subespecie A o B, tienen unos rasgos bien definidos. A saber: No tienen ni pajolera idea de fútbol; Si su equipo gana utilizan todo el repertorio que lleva tiempo escondido en el armario, cuanto más ruidoso mejor. Si su equipo pierde, declaran abiertamente lo poco que les gusta el fútbol o utilizan la espectacular frase de “a mí el fútbol no me da de comer”. Suelen ser fans incondicionales del jugador del momento y, mientras pueden, imitan su corte de pelo, se ponen sus pulsera o se compran sus botas; No se saben la alineación de su equipo y mucho menos los dorsales; Y como nota predominante, la grandilocuencia en sus expresiones reafirma su convicción.
Haciendo una estimación media podría concluirse, casi sin duda (que siempre cabe) que en nuestro país el número de criaturitas es bastante mayor que el de aficionados al fútbol. Y la mayor parte de ellos se declaran seguidores del Real Madrid. El por qué es sencillo, porque es el que gana (ganaba). Porque es el que tiene (tenía) los mejores jugadores. Y para recuperar esa estirpe de luminosidad pseudo-celestial, el tito Floren se complace en presentarnos a los dos nuevos gurús que iluminarán la vida de millones de criaturitas en todo el mundo. ¡Ojo! Que estos dos gurús son dos peloteros como la copa de un pino, no vayamos a mezclar churras con merinas. Pero ahora tendremos hasta en la sopa al alegre barrigudo con una camiseta de Kaká en la que cabrían Kaká, su hermano, su padre, su madre, sus primos, sus abuelos, sus tíos, su perro y una favela completa de Rio de Janeiro; y a un niño de 7 añitos al que su padre lleva ante las cámaras de Antena3 porque su niño no sólo va vestido igual que Cristiano Ronaldo, lleva las mismas botas y tiene el mismo peinado (con piercing de pega incluido), sino que el niño hace a la velocidad del rayo la croqueta cósmica con la que deja sentados a todos sus compañeros en el patio del recreo. Y Antena3 abre el telediario de las 15:00 con la imagen del chaval, mientras que al otro lado del mundo, un terremoto sacude Kuala-Lumpur. Y los niños de pasado mañana ya no quieren ser como Cristiano Ronaldo, quieren ser como el niño de 7 años que se parece a Cristiano Ronaldo…
Ya basta. Ya basta de reventar algo tan perfecto como el fútbol. Déjenlo en paz. Si no les gusta, dedíquense a lavar el coche los domingos, o a llevar a su mujer al cine, ella se lo agradecerá. Pero no sigan por el camino de reventar nuestro deporte. Porque si el tito Floren tiene dinero suficiente para pagar las millonadas que se va a dejar en estos jugadores (y los que están por venir) es porque las criaturitas de medio mundo compran las camisetas, banderines, llaveros, pines, figuritas, etc etc etc de un equipo que es la mentira del fútbol, que representa todo lo contrario al esfuerzo, a la lucha, a los valores principales del deporte. Representa el talonario y el fajo de billetes. Ya basta.
Por un mundo sin criaturitas.
Jesús Rodríguez
Aunque el autor apunta directamente a la neogalaxia florentinesco-madridista, el post nos ha inspirado para "retocar" un fotograma de la película The Wall, de Alan Parker, pero nosotros queremos recordar más bien la época loperiana en la que el monarca del Fontanal cerraba los bancos para fichar en las boutiques. Por aquél entonces, ¡ah, que lejos parecen quedar esos tiempos!, el Cuarto Poder era el acompañamiento de orquesta mientras que Donmanué componía la letra y actuaba de cantante solista. En esos momentos, las criaturitas florecían por doquier en lo que a la postre sería una efímera primavera verdiblanca. La máquina de hacer criaturitas que comenta Jesús Gutiérrez, el Criatureitor, engrasado y a pleno funcionamiento.