Verde impostura literaria
En nuestro plan para desenmascarar a los tópicos que asocian al color verde con diferentes signos de prestigio en el orden simbólico (que si el verde es esperanza, ecologismo, etc.), acometemos hoy el comentario literario del Romance sonámbulo de Federico García Lorca, más conocido por Verde que te quiero verde.
Desde finales del siglo XIX (debido a las tendencias literarias modernistas y de vanguardia) las diferentes artes, y por consiguiente también la Poesía, entran en un ámbito que Ortega y Gasset da en llamar la deshumanización del arte. En resumidas cuentas, se trata de que el lector o espectador ya no se entera de qué es lo que está viendo en un cuadro o leyendo en un poema, porque el autor no quiere y no le da la gana, y está dispuesto a tirar la casa por la ventana. A pesar de ello, Federico García Lorca, poeta de la generación del 27, y por tanto coetáneo de la Vanguardia y los Ismos, es considerado un poeta popular, puesto que utiliza diferentes recursos de la tradición oral.
Pero, y pasamos al análisis de la obra que nos ocupa, no nos engañemos: para entender lo que decía Lorca hay que interpretar, y sin embargo, para las criaturitas verderonas es más fácil quedarse con la anécdota del verde, que asumir la auténtica significación del poema. Habría que preguntarse si Manzanita padre, que le puso música, llegó a vislumbrar el significado del mismo: lo dudo, igual que me extraña que en Semana Santa se utilice la música de Joan Manuel Serrat para el poema La Saeta, de Antonio Machado, que es un canto directo y claro contra el barroquismo católico religioso, pero eso es harina de otro costal.
Vamos al análisis, y al finalizar, al que le guste el verde, que siga recitando esta estrofa con orgullo, si puede.
Queda claro que el verde en el poema simboliza a LA MUERTE, y que en la tragedia que se narra, la repetición del color de marras se convierte en una letanía o canto fúnebre, así que el que quiera que siga entonándolo con orgullo.
Nosotros seguiremos haciendo nuestro trabajo.
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