Fidelidad bética

La European Football Statistics acaba de publicar los datos de la pasada temporada liguera.
Al hilo de ello, hemos aprovechado para refrescar datos anteriores y hemos buscado la última campaña en Segunda División del Betis, la 2000-2001, en la que tuvo el honor de compartir categoría con el Sevilla Fútbol Club.
Bien. Pues se nos ha ocurrido consultar cuál fue la asistencia media al Ruiz de Lopera durante la temporada en el infierno de Segunda, y compararla con la anterior y la posterior, ambas en Primera División. Para redondear el estudio, hemos consultado los mismos datos en cuanto al Sevilla Fútbol Club.
Éste es el gráfico resultante (se puede cliquear encima para agrandar):



La tabla refleja una realidad insultante: los béticos tienen un particular sentido de la fidelidad... Un 24% de descenso en la asistencia al campo durante la temporada en Segunda.

Claro, claro. Es que el lema del Betis es "manque pierda", pero no "manque baje".

Por cierto, los datos del número de abonados que el club heliopolitano ha facilitado este año dicen que el Betis ha alcanzado para la temporada 2009/2010 la cifra 29.500 abonados. No voy a entrar a cuestionar si, dada la falta de transparencia del Consejo de Administración de Donmanué, esta cifra es real o no (entiéndase real como que 29.500 personas hayan pagado su carnet). Independientemente de eso... ¿cuál es el aforo del Manuel Ruiz de Lopera? Porque, si hemos de creer que el Betis es el equipo más popular de Sevilla, de Andalucía, de España y del mundo entero, (hoy hemos escuchado en Radio Marca a un bético decir que el Betis tiene la 5ª masa social del fútbol mundial) ¿a qué se debe que la ocupación ronde sólo la mitad del aforo?



Perdón, perdón. Es que hay muchos béticos que no han sacado su carnet, como medida de protesta ante Lopera. ¿Esto quiere decir que el resto, los que sí han renovado su abono, toleran al mangnante del Fontanal? Por el mismo razonamiento, cabría deducir que esos socios han aprobado con su silencio la interminable sarta de barbaridades que Donmanué ha cometido durante años y años. Fundamentalmente, la mayor atrocidad que atribuírsele pueda: haber abierto, unilaterlamente y a base de odio, una brecha quizás ya insalvable entre las dos aficiones de la ciudad.