29 julio 2009

Casa tomada

Nos gustaba nuestra casa porque es espaciosa, y porque está decorada a nuestro antojo.


Un buen día, apareció en nuestro patio una criaturita. Al principio no supimos cómo tratarla. Fijarse bien: no tenía ni nombre. Un amigo nos dijo:"Si resulta ser un perro podríais llamarle Hugo". Con el paso de los días supimos que se llamaba Juan.


A Juan lo alojamos con bastante cortesía en nuestra casa, pero al poco empezamos a darnos cuenta de que nada de ella le gustaba, y aunque se mostraba aparentemente interesado por convivir con nosotros, comenzó a exasperarnos su manía de llevarnos la contraria en todas las decisiones hogareñas que tomábamos, aprovechándose de nuestra buena fe.


En principio, Juan tenía un pelaje indefinido. Él decía que era de color rojizo, pero nosotros nunca habíamos visto un tono rojo así. A medida que nos enfurruñábamos más por las protestas de Juan, el pelaje nos parecía aún más verde.


Coincidió entonces que Rafa vio un documental sobre los cucos: aves que ponen sus huevos en los nidos de aves de otras especies. No quisimos creerlo. ¿Por qué malgastar energías en robar nidos ajenos, en lugar de centrarse en construir su propio nido? ¿Sería Juan una especie de cuco? Entre sorprendidos y aterrados, decidimos preguntar por el vecindario y fue entonces cuando descubrimos que en casa de Carlos habían alojado ya a una criatura que se parecía a Juan. En casa de Jesús una criaturita que llamaban Macarena era clavadita a Juan. Y finalmente, quedamos desolados cuando Agustín nos contó cómo tuvo que deshacerse de quien terminó siendo un molestísimo invitado, y que coincidía plenamente con la descripción de nuestro Juan.


Cuando regresamos a casa, encontramos a un Juan ya mutado en troll verdiblanco. Primero le rogamos que se fuera. Luego, lo echamos como pudimos, y aunque él intenta volver a entrar, tenemos la esperanza de que desaparezca para siempre de nuestras vidas, y que todo vuelva a ser como antes.


0 COMENTARIOS. Pulsa AQUÍ y añade el tuyo.: